Comedores Compulsivos Anónimos Argentina

Testimonios de recuperación

" OA para mi es una escuela de vida y en cada reunión me siento en casa. "

Durante más de 15 años negué ser una comedora compulsiva. Creía que mi problema era que no podía sostener una dieta. Nada más.

Pasé años alternando entre comerme todo y hacer dietas restrictivas. Probé la dieta de la sopa, de la luna, la dieta disociada, dieta proteica, auriculoterapia, usé plantillas que prometían hacerte adelgazar mientras caminabas, dietas de 600 kcal, dietas de 1200 kcal. El resultado: bajaba 10 y subía 15. En un verano llegué a aumentar cuatro talles de pantalón.

Muchas veces comí alimentos congelados porque no podía esperar que se descongelaran al bajarlos del freezer, alimentos quemados por querer descongelarlos rápido; llegué a pasar el día a frutas para luego comer todo lo que podía, vomitarlo y volver a comer hasta no dar más.

Años de muchísimo dolor, frustración, aislamiento y desprecio por mí misma. Llegué a OA desesperada buscando que me ayuden a mantener una dieta más. OA no era parecido a nada de lo que conocía. No había balanzas, dietas, platos prohibidos o permitidos; pero sí había personas que compartían su experiencia de la forma más honesta que había escuchado, personas que escucharon mi historia amorosamente, sin juzgarme.

OA no es un club de dietas y calorías. OA para mi es una escuela de vida y en cada reunión me siento en casa. Hace 3 años que formo parte de este maravilloso programa y puedo decir que me cambió la vida. No es mágico, es real, amoroso y funciona.

Anónimo. Ciudad de Buenos Aires, 2015

"Un antídoto contra el agotamiento y el abandono"

Llegue a OA agotada y con un solo deseo: que alguien me ayudara a poder pensar en algo más que la comida, los kilos, las dietas y la imagen. Había probado absolutamente todo – nutricionistas, médicos, grupos de dieta, acupuntura, homeopatía, terapia – y paradójicamente, la sensación era la de estar cada vez más loca y más obsesionada con el tema.

Tal vez en algún punto ya ni siquiera se trataba de estar más flaca o más gorda, solo quería salir de ese mundillo paralelo de la comida, que tanta tristeza y encierro me generaba. Supongo que si se hubiera tratado solamente de fuerza de voluntad, lo hubiese logrado antes (y por mi cuenta) porque nadie más voluntarioso que yo para buscar e intentar formas de salir del círculo vicioso que conforman la obsesión, la compulsión y la culpa. El hecho es que realmente no podía; no importaba cuanto empeño, racionalidad o «buena onda» le pusiera… Necesitaba una ayuda más grande que mi propia autodeterminación.

Una conocida me habló de OA, y obviamente lo primero que pensé fue que un programa espiritual no tenía absolutamente nada que ver conmigo o mis necesidades. Yo no tenía un problema espiritual, pensaba, solamente no podía parar de comer! Sin embargo acepte ir a una reunión, y a pesar de no entender muy bien de que se trataba, algo me conmovió profundamente. Y seguí viniendo, con la intuición de que quizás había subestimado mi enfermedad, y que el grupo tenía para ofrecerme exactamente lo que necesitaba, aunque yo no supiera que era. Hace tres años que sigo viniendo y deseo que todos los que sufren o alguna vez sufrieron por el tema de la comida, se den una oportunidad. Hicimos tantas cosas por este tema, que una más que daño puede hacer, no? Cualquiera que sea el problema que tengas con la comida, sos bienvenido a esta reunión.

Anónimo. Ciudad A. de Buenos Aires, 2016